“En un día muy frío, dos erizos se encuentran y sienten simultáneamente la necesidad de calor. Para satisfacer esa necesidad buscan la cercanía corporal del otro, pero cuánto más se acercan más dolor les causan las púas del cuerpo ajeno. No obstante, al alejarse aumenta la sensación de frío, por lo que ambos erizos deben ir acomodándose hasta alcanzar una distancia óptima.”
El dilema del erizo es si debe acercarse a los otros y que le hagan daño, o alejarse y morir de frío. La necesidad de acercarse a los demás, y los problemas que conlleva hacerlo. El amor y la amistad. Cuanto más te acercas a alguien, más daño puede hacerte. También nos habla de cómo la consideración hacia los demás, las normas sociales y las de cortesía nos ayudan a encontrar la distancia óptima para no herirnos y no morir de frío. Es una fábula que ilustra la condición humana. Como diría Kant, nuestra insociable sociabilidad. La tensión entre querer estar solo y necesitar a los demás. La tensión entre definirnos a nosotros desde nosotros mismos o con los otros.
Esta pequeña fábula está tomada de Parerga y Paralipómena, obra del filósofo alemán Arthur Schopenhauer 😀
Y sale en Evangelion (como muy amablemente me ha recordado uno de vosotros):
Pasen y vean.